No hay que confundir a los empresarios con los faranduleros, ni a las escuelas de negocios con el espectáculo teórico.

Las personas normales se preocupan y ocupan del precio del dólar, las personas anormales del precio de sus productos y servicios.

Los atributos de la riqueza no te hacen rico, sino la cocecha de tus profundas convicciones sobre la riqueza.

El negocio no tiene domingos, el negocio, es un domingo total.

Comienza por invertir en tus hijos, dinero, conocimientos y tiempo, para que llegue el momento, en que puedas invertir más tiempo, que conocimientos y dinero.

El inversor estúpido invierte dinero, el inteligente conocimientos y el sabio tiempo.

El trabajo empobrece, el emprendimiento libera.

Los negocios del siglo XXI son, ante todo, un problema de mayor socialización, de comunidad.
Más socialismo, más comunismo.

Yo necesito mucho dinero, porque quiero comprar el hambre y la pobreza del mundo.